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Causa y efecto: no es tan simple

Causa y efecto

Una de las enseñanzas de la filosofía hindú del vedanta advaita es que somos autores de nuestras acciones pero no somos autores del resultado de nuestras acciones. Entre causa y efecto existen factores determinantes que suelen escapar a nuestro control.

Aprendemos de la experiencia estableciendo una conexión entre causa y efecto. Sin embargo, a veces no es tan sencillo establecer esta conexión.
Causa y efecto pueden parecer algo directamente relacionado. Cuando se da la causa A, le sigue el efecto B; y si se da B significa que se ha dado A. Como veremos, la cosa no es tan simple.

Factores determinantes

Tomemos un ejemplo obvio e indiscutible de causa y efecto. No cabe duda de que la fuerza de gravedad hace que los objetos caigan. Sin embargo, como todas las leyes físicas, tiene la condición no escrita de si no se produce ningún otro cambio. Así, una pluma no llegará a caer si hay un fuerte viento ni una barra de hierro si hay un fuerte campo magnético (e inclusive algo tan obvio como la fuerza de gravedad depende de la distancia entre los objetos, es decir, de la relación entre ellos, por lo tanto, también aquí se aplica el pensamiento sistémico). O tomemos el ejemplo del virus que “causa” el resfriado común. Diez personas pueden estar expuestas al mismo virus y tal vez, solo una acabe pillando un resfriado; la persona en cuestión debía de estar predispuesta de alguna manera, o sea, que se ha producido algún otro cambio. Así pues, incluso las leyes de la física dependen de toda una red de factores determinantes. Las leyes de la física, por ejemplo, están idealizadas. Se consideran universales y de aplicación en todas partes, cuando en realidad en su forma pura no son de aplicación en ninguna parte, a excepción del entorno artificial de un laboratorio. No tienen en cuenta el contexto, el entorno o el sistema de influencias que las rodean.

Teorías causales

En otro tipo de relaciones de causa y efecto, por ejemplo la conducción rápida como “causa” de accidentes o el desempleo como “causa” de delincuencia, el vínculo es aún más complejo y discutible. Se dan además otros factores que complican la situación. Utilizamos la misma palabra, “causa”, pero estos dos ejemplos no dependen de ninguna ley física o lógica. Siempre estamos inventando teorías causales: más policía significa menos delitos; más dinero, una vida más feliz; el cinturón de seguridad salva vidas, o los ordenadores aceleran el trabajo. Todos estos argumentos son cuestionables; pueden ser verdad en la mayoría de los casos, pero es
imposible afirmar que son verdad con absoluta certeza en cualquier caso individual
. Incluso cuando decimos que “fumar provoca cáncer” queremos decir que hay una relación estadística muy fuerte entre fumar cigarrillos y llegar a tener cáncer de pulmón, pero esa no es la única causa, pues si así fuera todo el mundo que fuma tendría cáncer, y no es así. Fumar es solamente un factor. El desarrollo de cáncer dependerá de ese y de otros factores determinantes.

La lista de la compra

Cuando se hace una pregunta difícil como “¿cuál es la causa de la delincuencia?”, lo habitual es enumerar una lista de factores como la falta de cultura, el desempleo, la ley y las políticas de orden público, las condiciones de vivienda, falta de oportunidades y pérdida de valores. Es frecuente también establecer una jerarquía entre esos factores, del más al menos importante. Este método explicativo-causal recibe el nombre de
“pensamiento a modo de listas de la compra”, y presupone una vía de influencia de una sola dirección, de causa a efecto, en la que cada factor tiene una importancia relativamente determinada.
El pensamiento sistémico va más allá del pensamiento en lista de la compra, al mostrar la influencia en círculos y considerar que la importancia relativa de cada factor puede variar a lo largo del tiempo, dependiendo de los bucles de realimentación. Las causas son dinámicas, no estáticas.

En última instancia, las causas se encuentran en la estructura del
sistema.
Sabemos que podemos conseguir un gran cambio si cambiamos el elemento apropiado (punto de palanca), pero ello no quiere decir que ese elemento sea la causa del problema, únicamente que cambiarlo era la forma más sencilla de modificar la estructura del sistema.