Sigue estos simples pasos a fin de desarrollar tu capacidad para resolver problemas y encontrar soluciones creativas para manejar el estrés.
Escrito por el personal de Mayo Clinic
¿Te sientes estresado? No estás solo. La mayoría de los adultos dicen estar bajo niveles crecientes de estrés. La vida moderna está llena de cambios e incertidumbres, relaciones complicadas, plazos urgentes y largas jornadas de trabajo. El desarrollo de tus habilidades de resolución de problemas puede ayudar a que los desafíos de la vida sean más manejables.
La resolución de problemas es el proceso de identificar los factores estresantes y crear estrategias para manejarlos. Es una herramienta poderosa para agregar a tu caja de herramientas para el manejo del estrés. Puedes repasar tus habilidades para resolver problemas con estos sencillos pasos. Como cualquier otra habilidad, cuanto más practiques, más eficiente serás.
Identificar el problema
Para poder resolver un problema correctamente, es importante comprenderlo. Tómate tiempo para analizar el problema. Anota una descripción breve del problema que quieres resolver. Después, hazte estas preguntas:
- ¿Qué está sucediendo?
- ¿Dónde y cuándo sucede?
- ¿Sucede alrededor de determinadas personas o en situaciones específicas?
- ¿Cómo te sientes al respecto?
Sé específico y céntrate en los problemas. Intenta no repartir culpas. Ahora reflexiona. Analiza estas preguntas para determinar si el problema merece el tiempo que dedicarás a resolverlo:
- ¿El problema es realmente tan importante? ¿Los demás pensarían lo mismo?
- ¿Este problema tendrá importancia dentro de dos años?
- Si pudieras resolver el problema, ¿tu vida mejoraría?
- ¿Hay alguna parte del problema que puedas controlar?
No puedes cambiar todo; así que lo mejor es concentrarte en los problemas que en verdad puedes cambiar y que marcarán una diferencia en tu nivel de estrés. En otras palabras: Elige tus batallas.
Torbellino de ideas
Ahora que tienes un problema bien definido, es hora de pensar en las soluciones. Piensa en todas las maneras en que podrías resolver tu problema. El cielo es el límite. Este no es el momento de juzgar si una solución es mejor que otra. ¿No sabes por dónde empezar? Prueba estos consejos:
- Recuerda los problemas del pasado que pudiste resolver. ¿Podría una solución similar funcionar también para este problema?
- Pídeles consejo a tus amigos, familiares y personas de confianza.
Si el problema persiste, puede ser que sea demasiado complicado. En ese caso, trata de dividir y conquistar. Divide el problema en partes más pequeñas que puedas abordar más fácilmente.
Recuerda tener en cuenta todo lo que se te viene a la cabeza, incluso las ideas que al principio parecen tontas. Tu plan de reducción del estrés puede incluir un poco de entusiasmo. Tal vez tomar una clase de baile de salsa después del trabajo unos días a la semana te ayudará a relajarte mejor que la meditación tranquila.
Elegir una solución
De todas tus ideas creativas, tontas o serias, ¿cuál tiene el mayor potencial? Es recomendable que tengas en cuenta lo siguiente:
- ¿Realmente piensas que solucionará el problema?
- En definitiva, ¿cómo te sentirás al poner en práctica esta solución?
- ¿Cuáles son las posibles consecuencias positivas y negativas?
Cuando hayas elegido la que parezca ser la mejor solución, tómate otros minutos para pensarlo bien. Incluso la mejor solución puede requerir una mejora. Podrías reflexionar sobre lo siguiente:
- ¿Cuentas con los recursos y, lo que es más importante, la voluntad para llevar a cabo tu plan?
- ¿Qué problemas nuevos, si es que surge alguno, puede crear la solución?
- ¿Qué podría salir mal? ¿Puedes corregir esta parte del plan?
No te desanimes si el plan no es perfecto. Una buena solución a largo plazo puede generar nuevos problemas de forma temporal. Esto no significa que debes abandonar el plan; solo debes estar preparado para hacer correcciones sobre la marcha o, incluso, pasar a un plan B.
Pon en práctica tu plan
Puede ser útil anotar los detalles del plan. Asegúrate de estar verdaderamente comprometido antes de rendirte o intentar otra cosa. Cree en ti mismo y hazlo.
Reflexiona acerca de tu experiencia
Todavía no terminaste de resolver tus problemas. Se aprende mucho de la experiencia, siempre y cuando estés dispuesto a dedicarle tiempo a la reflexión.
- ¿Tu solución resolvió el problema?
- Si no fue así, ¿qué temas quedan sin resolver?
- ¿Qué harías de otra forma la próxima vez?
¿Misión cumplida?
La resolución de problemas es un talento humano natural. Nacemos resolviendo problemas desde nuestros primeros intentos como bebés de agarrar y gatear. Puede que no contemos las miles de decisiones que tomamos cada día como solución de problemas, pero eso es lo que son. Así que cuando te enfoques en resolver problemas más complicados, ten la confianza de saber que tienes mucha experiencia a tus espaldas.